De cuando me vaya.

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Algún día me iré. Será un día de lluvia en el que tome mis maletas y huya. Antes pasaré por tu casa y te diré que quiero llevarte conmigo. Entonces, si decides, nos iremos juntos y tomaremos carretera para ver amaneceres desde otros cielos, buscaremos la noche bajo un nuevo techo y oleremos el petricor de otras tierras. Nadaremos en otras aguas, en aguas cálidas y mansas que reflejan el cielo mientras la arena masajea nuestros pies cansados de andar por andar, de sentir que aunque no se tiene dirección, se debe continuar por obligación. Vamos a despertar sintiendo que el destino ya no nos persigue para devorarnos, vamos a perdonarnos y dejar de purgar karmas innecesarios, porque ya todo quedó atrás, porque las cuentas entonces habrán quedado saldadas y el dolor se irá cuando nos vea reír a carcajadas, cuando vea que hemos dejado de regar el pasto con lágrimas y nos encuentre sembrando flores en vez de minas de rencor. Un día vamos a sentir los ojos libres de llanto porque el corazón se encontrará hinchado de amor y bendición. Vamos a dejar de sentir que la ciudad y su gente nos estruja, que nos falta el aire y que el ruido nos ahoga. Conoceremos la hora de ir en busca de nuestro imperio en patrias ajenas pero libres.

Un día me voy a ir y te voy a llevar conmigo porque necesito tu voz como guía para emprender el camino y tú alma como compañera para combatir la tristeza que aún me encadena a este reino obscuro y multidimensional al que no he podido abdicar. Un día vamos a huir para salvarnos, vamos a convertir nuestras huellas en cenizas y soplaremos, porque a veces no queda más remedio que provocar el incendio desde adentro y luego soplar.

 

D.

Por si sientes que estás tardando en sanar.

Quiero decirte que los dolores pasan, pero que antes de que eso suceda, hay que dejarnos sentir cómo nos roen hasta el hueso, nos lapidan el cuerpo, nos devoran el alma hundidos, nadando entre lágrimas desde las sábanas. Va a acabar, lo sé yo y lo sabes tú desde el fondo de tu pena. Lo sabes cada vez que levantas el vaso y le das otro sorbo más para no pensar. El problema es que quizá dejes de pensar, pero no de sentir. Sé cómo escalan los duelos en el cuerpo, conozco muy bien el aroma y el sabor del pesar, he sentido que mi integridad física se deshace de llanto en llanto, pero quiero que sepas que siempre sobrevive la esperanza. Siempre imperan los sueños. Todo, invariablemente, se acomoda en su lugar.

Así que ten paciencia y deja que fluya. Y llora, sigue llorando hasta que el dolor se acabe. Es válido, es sano. Y aunque no puedo, te abrazo. Te lleno el alma de calor con la certeza de que se acerca el día en que vas a dejar de ser una diosa perdida y confundida, entonces vas a estar lista para ver todo lo que está por desplegarse en tu camino.

Para AGB.

D.